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S0l-de-la-revolución al chabolismool: de la La acampada de Sol ha llegado a una situación límite. Problemas internos, delincuencia e insalubridad. Pero nadie quiere acabar con ella

A casi tres semanas de la manifestación que dio comienzo al llamado «Movimiento 15-M», lo que queda de él es una frenética actividad de «indignados» en Internet –especialmente en las redes sociales– y las acampadas que aún se mantienen en muchas ciudades de España. La mayor de todas es la de la Puerta del Sol, donde reside ya de un modo más o menos fijo una comunidad de unos 150 «okupas» venidos de todos los rincones del país e incluso del extranjero.

Este lunes cumplirá su tercera semana de permanencia. La acampada ha cambiado radicalmente la cara de la Puerta del Sol. Lo que un día fue una plaza emblemática –acaso la más emblemática de Madrid– se ha convertido en un núcleo chabolista no muy diferente al de algunas zonas de la periferia de la capital como Las Barranquillas, La Celsa o la Cañada Real.

En la acampada de Sol conviven tiendas de campaña (cada vez menos) con chamizos montados con material de escombro y lonas de plástico. Las comisiones (ha llegado a haber cerca de 40 en su mejor momento) tienen su sede en estos chamizos que se asemejan lejanamente a jaimas morunas.

Las condiciones de salubridad dentro de las «jaimas» dejan mucho que desear. Tanto la prensa como los servicios sanitarios del ayuntamiento llevan días advirtiendo que puede producirse un brote infeccioso. Los elementos necesarios para que esto ocurra ya están presentes. A lo largo de la última semana las pulgas, las chinches, las cucarachas y las ratas han hecho acto de presencia en la acampada. Les atrae la comida que, a raudales, circula por el poblado.

Hay dos cocinas principales y llegó a haber dos más en su momento álgido. Una en la zona central en la que se sirven las comidas principales y otra de tipo vegano (vegetarianismo radical) alojada en el chamizo de los llamados «animalistas». El olor a guisote que para los viandantes es insoportable a ciertas horas, atrae a animales indeseables como las ratas, que han empezado a menudear por el campamento, especialmente por la noche, cuando hay menos gente y pueden los roedores hacer sus incursiones hasta la cocina con menos peligro de ser atrapadas.

Otro problema de salud pública es el alcantarillado. Las cloacas de la Puerta del Sol están cercanas a su saturación y en serio peligro de colapsarse. Eso provocaría, en primer término, el ascenso de las aguas fecales que circulan bajo la plaza hasta el nivel de la calle. La causa, una vez más, es la falta de higiene y el hacinamiento de los acampados, que no han dudado en arrojar todo tipo de basura a las alcantarillas durante las últimas semanas.

De la camaradería al conflicto

La convivencia en el campamento no pasa por sus mejores momentos. De la camaradería los primeros días se ha pasado al recelo, los hurtos y las acusaciones cruzadas entre los acampados. La última, y tal vez la más grave, tuvo lugar este viernes, cuando saltó a los medios una denuncia de la comisión de Feminismo por acoso sexual. Las feministas pusieron en conocimiento de la asamblea general que estaban siendo víctimas de abusos durante las noches por parte de otros acampados. El asunto luego se diluyó pero han sido muchos los que, a estas alturas, han decido recoger sus tiendas y marcharse. Las comisiones también han tenido enfrentamientos. La de Legal, por ejemplo, ha pedido una «auditoría» a la de Comunicación.

En los foros de Internet el ambiente se ha enrarecido. Son varias las facciones que tratan de controlar la acampada en beneficio propio. Hay un enconado enfrentamiento entre los «políticos» y los «espirituales». Los primeros acusan a los segundos de desvirtuar la causa que les llevó hace casi tres semanas a quedarse a vivir en la Puerta del Sol. Los segundos, por su parte, han convertido Sol en un circo muy similar al de las comunas hippies.

La parte más activa de la acampada, gente de extrema izquierda vinculada con el movimiento okupa, maneja las asambleas y ciertas comisiones a su antojo. El famoso consenso de mínimos hace tiempo que se hizo público para después abandonarse. La asamblea del domingo pasado, en la que se decidió prolongar indefinidamente el campamento, es el mejor ejemplo de este fenómeno de radicalización que se ha ido produciendo a lo largo de los últimos diez días.

Las principales plataformas convocantes de la manifestación del 15 de mayo –Democracia Real Ya y No les votes– se han desvinculado de la acampada y han pedido a sus seguidores que desplacen el debate a Internet, medio en el que nació la protesta a principios de año. Otros abogan por dejar un pequeño quiosco informativo en la Puerta del Sol y apostar por las asambleas de barrio. Por último, los más radicales insisten en seguir sine die acampados en la Puerta del Sol hasta que los poderes públicos acepten las propuestas emanadas de las innumerables (e interminables) asambleas que se celebran a diario en la plaza.

El comercio sitiado

Los primeros en dar la voz de alarma fueron los comerciantes de la Puerta del Sol y calles aledañas. Sus ventas se habían desplomado porque la porquería y la inseguridad de la plaza alejaba a los clientes. Los acampados remitieron el asunto a las asambleas, que no supieron dar más respuesta que acordar una serie de pasillos en los bordes de la plaza para que se pudiese entrar en los establecimientos. Entre los comerciantes cunde el desánimo y ya han pedido en varias ocasiones a la delegación de Gobierno y al ayuntamiento que desalojen la plaza.

El radicalismo de la facción «okupa» ha terminado imponiéndose. Lejos de disminuir el tamaño del asentamiento ha ido creciendo por días. Más y más chamizos han ido apareciendo en la plaza, chamizos que, en algunos casos, albergan gran cantidad de materiales sacados de contenedores de obra y cubos de basura. Desde la calle Carretas el aspecto de la plaza es lamentable. Muchos turistas, sobre todo los extranjeros, evitan cruzarla por miedo a ser atracados.

Los acampados, que a estas alturas ya son mayoritariamente activistas radicales venidos de casas ocupadas e indigentes, viven al margen de los problemas que están ocasionando. Se bañan en las fuentes de la plaza y hacen sus necesidades donde y como pueden. El día lo pasan tirados en las tiendas, al caer la noche la actividad crece y es cuando se reúnen las comisiones en sus respectivas asambleas. El pasado miércoles se celebraron un total de 22 de todas las temáticas posibles. El asamblearismo ha llegado a tal extremo de refinamiento que hasta han creado un «taller de dinamización de asambleas».

La Puerta del Sol vive, tres semanas después, en una situación límite a la que nadie, empezando por la propia delegación de Gobierno y siguiendo por el ayuntamiento, quiere poner fin. La tragedia se masca en el ambiente y, cada día que pasa, se adivina más cercana…MRF

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